jueves, 25 de febrero de 2010

Una mañana de agosto de 1993, llegó a la puerta de mi casa un niño. En el momento de abrir entró corriendo sin decir nada. Tomó mis lápices de colores y brincaba de libro en libro. Después encendió la radio y puso música; sentado frente a éste, empezó a dibujarme. Fueron horas y horas hasta quedarme dormido.
Al despertar me encontré rodeado de muchas hojas con sus dibujos. Busque ese niño por toda la casa y ya no estaba; se habia ido. El único dato que tengo de él son sus dibujos.
Salí a la calle mostrando esas hojas a los vecinos por si alguien lo ha había visto, y hasta el momento desconozco su paradero.
Una noche regreso rompiendome el sueño. Brincaba de libro en libro llevando en sus manos las hojas y los lápices de colores. Y de nuevo me sente frente a él y empezo a dibujarme. Nunca lo veo partir; el sueño vuelve.
Desde entonces, cada visita, despierto rodeado de su presencia y de sus dibujos.
Jayme Sifuentes.